Después de más de 300 años con acceso exclusivo de noviciados, podemos disfrutar de esta maravillosa capilla, de Leonardo de Figueroa.
La capilla doméstica, bendecida en Junio de 1712, se encuentra localizada en el antiguo noviciado Jesuita, y estaba dedicada al culto interno de novicios y padres de la orden que habitaban el conjunto. Fue realizada por Leonardo de Figueroa, arquitecto director del proyecto, sobre la primera capilla que ocupaba el salón principal del Palacio de los Enriquez, donado a la orden por Luisa de Medina a finales del S. XVI.
La estructura es de una nave rectangular de no mucha superficie, hay que entender que era una capilla privada de la orden donde no tenían acceso los fieles. Se cubre con bóveda de cañón con lunetos y arcos fajones, comunicándose con la sacristía a través de dos puertas, teniendo esta última dependencia la bóveda esquifada. y pinturas en el techo, obras de Domingo Martínez, representando los 4 evangelistas y el Corazón de Jesús. Sobre la puerta un mural con San Ignacio redactando los ejercicios espirituales en la cueva de Manresa, obra de Lucas Valdés.
La capilla está circundada por una colección de cuadros sobre metal que relatan escenas de la vida de María, son anónimos de la escuela flamenca, salvo el que figura a los pies de la nave de la epístola cuyo autor es Domingo Martínez. Bajo estos cuadros hay una colección de pinturas que representan a los apóstoles, añadiendo a Pedro y Bernabé, además de los evangelistas Lucas y Marcos, están realizados por Domingo Martínez sobre modelo de Van Dyck. Adornan también los muros una colección de cornucopias de yeso sobredorado con reliquias.
La cúpula se adorna con una pintura de Lucas Valdés, hijo de Juan de Valdés Leal sobre la ascensión de Maria. Como curiosidad se puede apreciar parte de la cuadricula utilizada por el artista para lograr la perspectiva.
RETABLO
Cuentan que Pedro Duque Cornejo, autor de los retablos y la mayoría de las esculturas del noviciado jesuita, tuvo ciertos problemas en la realización de un retablo en el pueblo de Trigueros, y en evitación de ser detenido se acogió en el Noviciado de San Luis de los Franceses, debiendo realizar a cambio este retablo.
Como a Duque Cornejo le interesaba estar a seguro en el Noviciado el mayor tiempo posible se tomó la obra con calma y alargó los plazos de ejecución deteniéndose en cada detalle y llegando a elaborar un retablo tallado por ambas caras, algo único en la historia del arte de Sevilla.
Se realizó el retablo tomando como inspiración la figura número 71 del libro del jesuita Andrea Pozzo, sacerdote y pintor que intervino en el adorno de numerosas capillas de la orden, siendo un especialista en la realización de grandes frescos usando la técnica ilusionista de la cuadratura, mezclando arquitectura, escultura y pintura (observar bóveda de la iglesia de San Ignacio en Roma) y siendo autor de un tratado llamado “perspectiva pictorum”.
Es un retablo con una iconografía semitransparente, con un tallado muy minucioso, con numerosos motivos alusivos a la Eucaristía como racimos de uvas, espigas de trigo, hojas de cardo, todo ello en un alegato y exaltación de la Eucaristía.
En el ático se encuentra un relieve que refleja el momento en que San Estanislao de Koska pide permiso al prepósito de la orden, el superior, para ingresar en la misma, mientras san Ignacio los contempla desde el cielo con la casulla puesta.
Un piso más abajo dos relieves que muestran predicaciones de San Francisco Javier y san Francisco de Borja y bajo ellos dos óvalos con las imágenes de San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
Mención especial merecen las dos esculturas que completan el retablo, imágenes de San Estanislao de Koska y San Luis Gonzaga.
En el centro se encuentra una imagen de Maria regalada por San Francisco de Borja, flaqueada por dos ángeles.
Si quieres conocer más sobre esta fantástica Iglesia, visita nuestra página sobre la Iglesia de San Luis de los Franceses, o apúntate a alguna de las visitas guiadas que realizamos.