Las murallas de Sevilla, construidas por Julio Cesar, tenían una dimensión de siete kilómetros con 166 torreones, 13 puertas y 6 postigos.
Es universalmente conocido que Sevilla posee uno de los tres centros históricos mayores de Europa; este llamado “casco Antiguo” viene delimitado por las murallas que rodeaban Sevilla desde tiempos inmemoriales. Concretamente estas murallas de Sevilla fueron construidas por orden de Julio Cesar, en tiempos de la dominación romana, sobre el año 65 a.c. y ampliadas por Cesar Augusto al crecer la ciudad. Anteriormente Sevilla disponía de una empalizada que habían realizado los cartagineses, que era insuficiente para la protección de la ciudad.
En la época árabes, mandaron fortalecer las murallas, que a raíz de un ataque vikingo fueron destruidas; se tiene constancia de que en los años 913 y 1023 se volvió a levantar o reforzar el amurallado de la ciudad, para protegerla de los ataques de las tropas cristianas en plena reconquista de la península.
No es baladí considerar las defensas de Sevilla como una de las más impresionantes de Europa, casi siete kilómetros de longitud, 166 torreones menores, 13 puertas y 6 postigos, solo analizando los datos se comprueba la importancia que la urbe tenía en estos años.
Las murallas, en un recorrido aproximado, irían desde Reyes católicos, esquina Santas Patronas, a través de calle Goles hasta Torneo y esquina Calatrava, de ahí por Bécquer hasta Arco Macarena; seguirían por calle Macarena, Ronda Capuchinos hasta la esquina de la Trinidad, allí se adentraría y discurrirían entre el actual Jardín del Valle y la calle Sol, continuarían por Muro de los Navarros y Menéndez Pelayo, siguen por Cano y Cueto y calle del Agua desde donde se desvía hacia el norte hasta la actual Pasarela; atraviesa la Calle San Fernando, Puerta Jerez y Almirante Lobo hasta la esquina de calle Santander donde estaría la Torre de la Plata, de allí por calle Tomás de Ibarra a Plaza Cabildo, Castelar, y Santas Patronas para cerrar el circulo. Por ello quedaban fuera de la protección los actuales barrios del Arenal, Plaza de Armas, San Laureano y Jardines de Murillo.
A la ciudad se accedía por sus puertas o postigos, de tipo real o publico y privado. Con el tiempo se modificaron, ampliándose para el paso de carruajes, y se hizo coincidir las puertas con las calles principales, al objeto de facilitar el transito de entrada y salida por ellas, algo natural pues no había otra forma de abandonar o de penetrar a la ciudad, se pretendía con ella dar fluidez al tráfico a pie o en monturas o carruajes.
La murallas asimismo dotaban a la Sevilla antigua de una protección respecto de las crecidas del río Guadalquivir, autentica pesadilla del momento, hay que recordar que el río transitaba por el eje Macarena – Alameda – Salvador y que fue desviado, pero ya se sabe que la naturaleza es tozuda y el río con sus continuos aumentos de caudal tendía a volver a su itinerario habitual, anegando la ciudad de continuo.
Otra gran ventaja que ofrecían las murallas, que limitaban un espacio urbano de unas 300 hectáreas, era la de poder controlar el transito de personas y bienes y establecer impuestos y tasas, pues era era una costumbre de antaño que los monarcas, una vez tomaban posesión de las ciudades, jurasen ante la población el respeto a los fueros y privilegios propios de la villa, en un afán de que no se entendiese que la realeza limitaría las ventajas pre existentes para los ciudadanos. Este juramento se realizaba a las puertas de la ciudad, y en Sevilla hubo dos que tuvieron especial protagonismo al respecto, la de la Macarena, donde juraron Isabel I, Fernando II o Carlos I y la de calle Goles donde lo hizo Felipe II.
Fuente e información completa en: http://unpocodesevillaenlared.blogspot.com.es/2014/11/las-murallas-de-sevilla.html
malísimo articulo, lleno de errores
Javier, agradeceríamos que nos indicases los errores que hayas detectado, para que nuestra Comunidad disponga de la información más correcta posible. Gracias