Una de las devociones históricas más importantes de la ciudad de Sevilla fue el Cristo de San Agustín, un crucificado de estilo gótico del que ya tenemos datos de su existencia desde 1314. Sobre su origen, algunas leyendas hablan del hallazgo de esta talla en una cueva en el Prado de Santa Justa, que los frailes agustinos recogerían y llevarían a su convento. Lo que sí es cierto es que se trata de una imagen medieval que se encontraba en la Casa Grande de San Agustín, el gran convento de los agustinos sevillanos, justo enfrente de la Puerta de Carmona. en este artículo conocerás su vinculación con la finalización de La Peste de 1649.
La Casa Grande de San Agustín fue uno de los monasterios más monumentales de Sevilla, teniendo incluso en la capilla mayor de su iglesia los enterramientos de algunos miembros de la familia Ponce de León (hoy en día trasladados al Panteón de Sevillanos Ilustres). Con la invasión francesa a principios del siglo XIX, el monasterio sufrió el expolio, transformándose en cuartel de tropas, regresando los frailes en 1814. Sin embargo, la desamortización de Mendizábal de 1835 acabó con la vida religiosa de este conjunto, que hoy en día está prácticamente abandonado y conservado muy parcialmente. En un estado bastante pésimo seguimos conservando el refectorio gótico, algunos dormitorios o gran parte del claustro principal.
Y en este lugar es donde, desde la Edad Media, se forjó la enorme devoción a este Cristo crucificado, considerado Asilo y Protector de la ciudad, e incluso una especie de patrón no declarado de la misma. Desde antaño solía procesionar al humilladero de la Cruz del Campo, antes de la existencia de nuestra Semana Santa como tal, y desde el siglo XVI hasta el XVIII se creó en torno a su imagen una hermandad de penitencia que procesionaba los Viernes Santo. Al Santo Crucifijo se le atribuían centenares de milagros de sanación, y ayudaba a la población sevillana en catástrofes o epidemias, siendo numerosas las procesiones de rogativas con su efigie, en épocas de sequía, guerras o riadas.
Una de las procesiones de rogativas más importantes en relación a Sevilla y a este Crucifijo de San Agustín fue el 2 de julio de 1649. En la primavera de ese año, nuestra ciudad había sufrido la enorme epidemia de peste bubónica, la Gran Peste, que acabó con la vida de casi la mitad de la población sevillana, y tras la que la ciudad nunca se logró recuperar. El pico de la epidemia se vivió durante finales de mayo y principios de junio, menguando la enfermedad a partir del mes de julio, atribuyéndose este hecho a la intervención milagrosa del Cristo de San Agustín. Las crónicas nos hablan de una procesión extraordinaria hasta la Catedral hispalense, donde el cabildo recibió y acogió la imagen durante un día, volviendo al convento al día siguiente. Y la ciudad de Sevilla desde entonces, atribuiría a su intercesión el cese de la enfermedad: “fue nuestro Señor servido que desde el día que salió comenzó a mejorarse la peste, y al cabo del octavario totalmente se quitó, como lo certificaron los médicos, por lo que la M.N. y M.L. ciudad de Sevilla dedicó el dicho día 2 de julio, para venir perpetuamente a darle gracias por el beneficio recibido”.
Con la desamortización de Mendizábal, el crucifijo y otros bienes muebles de propiedad agustina pasaron a la vecina Parroquia de San Roque. Se reorganizó la hermandad en esos años, saliendo en procesión solo, con la Magdalena o con la Virgen y un San Juan, siendo su última salida en el año 1926. Desafortunadamente, el 18 de julio de 1936, la iglesia sufrió la quema durante los sucesos revolucionarios a raíz del inicio de la Guerra Civil, desapareciendo la imagen del Santo Crucifijo. Hoy en día podemos contemplar una copia realizada en 1944 por Agustín Sánchez Cid, convirtiéndose en 1990 titular de la Hermandad de San Roque. Una de las principales devociones de nuestra ciudad, que hoy en día queda bastante olvidada, a la que cada 2 de julio, en presencia de representantes del Ayuntamiento de Sevilla, se le celebra una función que renueva el voto de Acción de Gracias por el fin de la peste de 1649, quedando como recuerdo de lo que fue.
Si quieres saber más curiosidades y leyendas sobre La Peste en Sevilla, apúntante a nuestra visita guiada en el siguiente enlace: La Peste en Sevilla.