Se incluye dentro del ámbito temático de la pintura de género, de temas cotidianos, en el que Murillo también destacó, sobre todo gracias a los encargos realizados por comerciantes de Centroeuropa que venían a nuestra ciudad.
Dentro de ellas, esta obra destaca por su carácter enigmático. Analizando la escena, vemos cuatro figuras en un espacio no definido, y parece que algo ha sucedido y todo se paraliza. Murillo capta un momento en el que las tres figuras miran directamente al espectador con diversas muecas en sus rostros: risa, seriedad, o incertidumbre. Esto es algo muy interesante puesto que nos incluye dentro de la escena y nos invita a hacernos diversas preguntas sobre qué está sucediendo.
Es necesario detenerse y observar los personajes representados, puesto que no son los típicos niños pícaros y pobres que Murillo solía representar en este tipo de pintura, sino que son gente de alta clase social. Eso lo vemos en la vestimenta del niño por ejemplo, o en las gafas de la señora de la derecha, las famosas “quevedos”, llamadas popularmente así por el retrato de Francisco de Quevedo, las cuales estaban muy de moda entre las clases altas de los siglos XVII y XVIII.
Como curiosidad, la figura del niño representado sigue el mismo tipo de otros niños de sus pinturas, como el Joven gallero, otra obra que también se encuentra expuesta en el Museo de Bellas Artes durante estos meses, procedentes de la Colección Abelló.
Esta pintura ha dado lugar a muchas interpretaciones en cuanto a su significado. Parece ser que simplemente se trata de una familia que observa desde su casa algo que ha sucedido en la calle, lo cual es desconocido y misterioso para nosotros. Sin embargo, otra interpretación menos acertada nos habla de una escena del ámbito de la prostitución. Se representaría una serie de personas relacionadas con este oficio, y se ha dicho tradicionalmente que quizás la muchacha retirándose el velo estaría ofreciéndose sensualmente al espectador.
Sea lo que fuere, Murillo no deja indiferente a nadie con esta obra y con ella vemos claramente que nuestro pintor sevillano no solo era célebre pintando figuras religiosas e Inmaculadas.