Quizás Murillo sea conocido por muchos como el “pintor de las Inmaculadas” o por su gran cantidad de pinturas religiosas. Pero bien es cierto que también cultivó otras temáticas, convirtiéndose en un pintor muy polifacético.
La Sevilla de Murillo
Sevilla continuaba desde el siglo XVI siendo la “puerta a América”, con su gran puerto de donde partían los barcos al Nuevo Mundo. Esto convirtió a Sevilla en una gran urbe, llena de comerciantes de toda Europa que venía a mercadear con los productos traídos. Pero también fue nuestra ciudad escenario de una baja clase dentro de la sociedad. Aquí venían todo tipo de personas, entre las que se encontraban pícaros, delincuentes y prostitutas.
El siglo XVII además fue un siglo de crisis. A ello hay que añadirle la epidemia de Peste de 1649, que mermó la población en un 45%. Junto a las revueltas políticas y épocas de malas cosechas, la situación empeoró y la sociedad media y baja se sumía en una extrema pobreza, y eso será lo que Murillo nos represente en este tipo de pinturas.
La pintura de género
La pintura de género se puede definir como una pintura de temas cotidianos. En Flandes y Holanda se tenía gran tradición de esta pintura, pero nuestro país estaba más interesado en la Contrarreforma católica y en la religiosidad popular. Resulta curioso que aquí se retrató, como ningún otro en Europa, escenas de la vida diaria en la literatura, particularmente en la novela picaresca y en el teatro, fuera incapaz de hacer lo mismo en la pintura. Bartolomé Esteban Murillo, como su paisano Diego Velázquez y otros pocos más, fueron la excepción.
Murillo, al ser el pintor más afamado de la ciudad, tuvo contactos con muchos comerciantes centroeuropeos que viajaban a Sevilla para cuestiones comerciales. De ellos serán la mayoría de encargos de pintura de género. Por tanto, estos cuadros saldrían muy pronto de nuestro país, fueron muy demandados por personalidades de toda Europa para sus colecciones privadas.
Murillo impregnará en esta pintura de género la misma dulzura y delicadeza que en el resto de su pintura.
No representará los temas con tristeza y dureza, sino siempre llenos de melancolía y amabilidad. Aparecerán casi siempre sus famosos niños, que nos miran, se ríen, o participan de escenas populares divertidas, aunque con un trasfondo lleno de la pobreza y miseria dominante en la sociedad.