Después de varios siglos por fin tenemos la gran oportunidad de admirar una de las obras más bellas del maestro Murillo, en la ciudad donde fue pintada Sevilla. Se trata de La Virgen con el Niño, procedente del Palazzo Pitti de Florencia.
La iconografía de la Virgen y el Niño, representada de forma aislada como en esta pintura, era frecuente en la pintura flamenca o en la italiana, pero no en la española. Murillo difundió este prototipo en España durante el siglo XVII y posteriormente fue imitado por su estela de seguidores como podemos ver en esta exposición única. Su peculiar forma de representar a una Virgen muy joven, sentada sobre un basamento de piedra, vestida con túnica rosada y manto azul, con el Niño semidesnudo moviéndose inquieto sobre su madre, emergiendo ambos sobre un fondo tenebrista, tuvo un gran éxito.
Esta Virgen con el Niño es una de una de las obras más bellas y conmovedoras de la producción artística de Murillo, la dulzura del rostro de la madre y del Niño embelesan a todo aquel que se acerca a ellos. Murillo era un auténtico maestro a la hora de elevar una escena íntima y familiar al plano celestial. A pesar de la naturalidad de los modelos y del tono doméstico de la escena, el ambiente y el halo de luz que envuelve a las figuras, especialmente a la del Niño Jesús, desvela su divinidad. En esta exposición podemos apreciar como la Virgen y el Niño miran directamente al observador y parecen casi salirse del lienzo, el magnetismo de sus miradas es capaz de atrapar a cualquier espectador.
Tanto a Murillo como a sus contemporáneos les tocó vivir una época difícil. La Sevilla del siglo XVII sufrió un importante declive económico y social, acentuado por las malas cosechas, las sequías y las frecuentes riadas del Guadalquivir. Además de la gran epidemia de peste de 1649, que acabó con casi la mitad de la población de Sevilla y que provocó que las calles se llenaran de mendigos, enfermos, niños huérfanos, etc… Por lo tanto las imágenes religiosas que creaba Murillo eran un auténtico bálsamo espiritual para sus contemporáneos, ya que pretendía dar consuelo frente a las dificultades y los padecimientos del momento. De ahí la dulzura y la amabilidad de imágenes como esta Virgen con el Niño, que hoy día nos siguen conmoviendo.
Esta obra maestra se expone, desde el siglo XIX y haciendo pareja con otro cuadro de Murillo la Virgen del Rosario, en la sala Marte del Palazzo Pitti de Florencia. Y curiosamente en esta exposición la podemos ver también haciendo pareja con otra Virgen del Rosario del mismo artista, pero ésta procedente del Museo Goya de Castres (Francia). Es una obra igualmente de gran belleza, pensada también para conmover y además para invitar al rezo del rosario, objeto que porta el Niño Jesús entre sus manos.