No hay persona en el mundo que no haya escuchado hablar alguna vez del barrio de Santa cruz, uno de los barrios más bellos y populares de Sevilla por donde pasear se convierte en todo un placer.
Lugar de ensueño constante, laberinto de calles estrechas, de pasadizos, palacios de ilustres personajes sevillanos y patios ricos en flores y agua, entre sus rejas nos permiten observar su interior, llenos de secretos y leyendas…
Tras la conquista de Sevilla por el Rey Fernando III en 1248, él y su hijo, Alfonso x el Sabio, convirtieron las antiguas sinagogas, levantadas sobre antiguas mezquitas, en iglesias cristianas, cediendo sólo tres sinagogas a la comunidad judía que se concentró en esta zona de la ciudad, por ser próspera en comercio, junto al río.
Pronto comenzaron los enfrentamientos entre los dos pueblos, de ideales contrarios y así, en 1391, un gran revuelo acabó con el carácter judío del barrio.
En aquel momento, el barrio desapareció como tal, y pasados los siglos, Santa Cruz se convirtió en un barrio cerrado, estrecho y foco de enfermedades.
No sería hasta el comienzo de los preparativos de la Exposición iberoamericana de 1929, cuando a Santa Cruz se le comienza a re urbanizar, abriéndose la única calle ancha del barrio, Mateos Gago y dando lugar, al barrio que hoy en día conocemos.
La judería sevillana, la segunda en importancia después de la de Toledo, ocupaba una gran extensión de la ciudad, de la que el barrio de Santa Cruz era una parte pero no la única, ya que se extendía además hasta la Iglesia de Santa María la Blanca y la de San Bartolomé, que junto a la iglesia de Santa Cruz, son las tres sinagogas que los cristianos cedieron a los judíos y que una vez expulsados, se convirtieron en iglesias cristianas.
Situado en un lugar privilegiado dentro de la ciudad, el barrio de Santa Cruz, inmerso en el bullicio de los viandantes, se despierta cada día con el repicar de las campanas de la Giralda…
La tranquilidad del barrio lejos del asonante hablar de los que viven Santa Cruz desde la terraza de un café, el rumor del agua de las fuentecillas que lo habitan, o el aroma que desprenden las diversas flores de los patios hacen de Santa Cruz un barrio que encandila, que te encandilará…